
Me saludó tu cuerpo con húmedas fricciones
y piel a piel librando combate,
guerras eternas que se aprenden en la sangre
a las que nadie le exige doctorado.
Tu sexo en vertical sonrisa me besó en la herida sangrante de amores.
Y te recorrí en besos y me recorriste en manos,
y transpiramos y besamos y mordimos.
Y quisiste contraer tu garganta húmeda
en pulsos firmes,
buscando la realidad del miembro,
hasta que en un instante mínimo y eterno
te doné mi sangre poblándote de vida
Juan Daniel Perotta
Juan Daniel Perotta
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