miércoles, marzo 22, 2006

jorge luis borges

Con grave asombro comprendió.
En esta noche de sus ojos mortales,
a la que ahora descendía, lo aguardaban también el amor
y el riesgo. Ares y Afrodita, porque ya adivinaba
(porque ya lo cercaba) un rumor de gloria y de hexámetros,
un rumor de hombres que defienden un templo que los dioses nos
lavarán y de bajeles negros que buscan por el mar una isla querida,
el rumor de las Odiseas e Ilíadas que era su destino cantar y dejar resonando
cóncavamente en la memoria humana.
Sabemos estas cosas,
pero no las que sintió al descender a la última sombra.