miércoles, marzo 22, 2006

jorge luis borges

Con grave asombro comprendió.
En esta noche de sus ojos mortales,
a la que ahora descendía, lo aguardaban también el amor
y el riesgo. Ares y Afrodita, porque ya adivinaba
(porque ya lo cercaba) un rumor de gloria y de hexámetros,
un rumor de hombres que defienden un templo que los dioses nos
lavarán y de bajeles negros que buscan por el mar una isla querida,
el rumor de las Odiseas e Ilíadas que era su destino cantar y dejar resonando
cóncavamente en la memoria humana.
Sabemos estas cosas,
pero no las que sintió al descender a la última sombra.

sábado, marzo 11, 2006

asi de simple...


En el presente intento ser lo más simple posible, siendo complejo pero de una manera secreta y modesta, de una manera no evidente. Es decir, yo no tengo estética, no busco los temas, los temas me buscan, yo intento detenerlos pero al final ellos me encuentran, entonces hay que escribir para quedarse tranquilo (...) En ese momento yo publico o no. En general lo hago para quedar libre de los borradores, como decía Reyes. Pero creo que cada tema tiene su estética. Cada tema nos dice si él quiere que lo escriba en verso, en forma clásica, en verso libre, en prosa... creo que la estética es dada a cada tema. Hay temas que exigen una novela, esos no me han visitado, no creo que escriba una novela, he leído pocas novelas, he escrito demasiados cuentos, quizá, y bastantes poemas también. Y, lo repito, intento sobre todo ser legible. No pienso en el lector salvo en el sentido de que intento que la lectura sea fácil y, si es posible, agradable.

Jorge Luis Borges

viernes, marzo 10, 2006

alhambra...


Grata la voz del agua
a quien abrumaron negras arenas,
grato a la mano cóncava
el mármol circular de la columna,
gratos los finos laberintos del agua
entre los limoneros,
grata la música del zéjel,
grato el amor y grata la plegaria
dirigida a un Dios que está solo,
grato el jazmín.
Vano el alfanje ante las largas lanzas de los muchos,
vano ser el mejor.
Grato sentir o presentir, rey doliente,
que tus dulzuras son adioses,
que te será negada la llave,
que la cruz del infiel borrará la luna,
que la tarde que miras es la última.


Jorge Luis Borges